Oscura...
donde todos los recuerdos de tu vida te atacan sin compasión
el momento en que ríes, lloras, imploras, exclamas.
Y todo ello sin moverte de la misma cama, laberinto de sueños, esperanzas y sombras.
Aquellas sombras que todas las noches ves proyectadas en el mismo fragmento de tu pared
y que siempre te recuerdan que tus peores pesadillas puedes verse cumplidas si tu imaginación así lo desea.
Esa imaginación que nos hace volar, correr y saltar por esos mundos de ensueño donde nada es imposible y todo esta permitido, pues quien va a retirarnos los sueños.
Son nuestros y es algo que el dinero y la sociedad nunca nos quitaran.
Todo aquello que quieres lograr, tus objetivos, tus metas, tu vida...
todo ello y mas se puede hacer realidad en los sueños, son la esencia misma de la conformidad humana, en vez de intentar conseguir lo que queremos soñamos con ello y nos conformamos, nos regimos por esa norma.
Desde aquí reivindico el soñar como la actividad más útil que el ser humano ha podido llevar a cabo, pues hemos desarollado un sistema de aliviar nuestras penas. Por lo menos, durante un reducido plazo de tiempo...
A los ocho años tuve un sueño...soñé que al día siguiente mi familia y yo tendríamos un accidente de coche de vuelta a casa.
Me desperté y corrí a la habitación donde dormían mis padres para avisarles de lo que iba a ocurrir.
Mi madre, como buenas madre que fue... me tranquilizo, soltó la mítica pamplina de: "solo a sido una pesadilla hijo vuelve a la cama". Lo hice, ¿que otra cosa podía hacer?
Al día siguiente nos despedimos de la familia y emprendimos el vieja de regreso a casa, aún recuerdo la hora que marcaba el reloj del coche, mi padre al volante, mi tía en el asiento del copiloto, charlando animadamente con mi madre que estaba en medio en el asiento trasero, yo junto a la puerta izquierda mirando la nada (para variar, siempre empanado) y en la puerta derecha mi hermano, sentado en la sillita debido a sus escasos tres años de edad.
Nadie lo vio venir... eran las 17:43el Range Rover nos envistió por el lado en el que estaba sentado mi hermano, en la sillita...
Desde ese día jamás e vuelto a recordar un sueño...me gusta pensar que mi subconsciente se teme a si mismo, y en ciento modo.
Se lo agradezco.